Ahora bien, puedo decir que desde el inicio de mi vida como Puma (es decir, desde mi gloriosa Escuela Nacional Preparatoria) he vivido rodeado de cosas vitales para mí hoy día: ciencia y arte. Por la parte de la ciencia fórmulas, teorías, ejercicios, teoremas, series, microscopios, flexómetros y, en última instancia tornos, soldaduras, cronómetros y simuladores. De la misma manera de ensayos, funciones, poemas, lecturas, exposiciones, museos, vestuarios, oratorias, ciclos de cine.
Esto en cierta manera cambia la (mi) percepción de todas las cosas, pertenezcan a aspectos propiamente científicos o artísticos, incluso ambos. Es por esto que quiero compartir este breve texto, esperando que agrade:
Entras, primero das una vista general al lugar, todo se ve en apariencia limpio, sin imaginar todas las historias que las paredes serían capaces de contar. Algunas que te harían estremecer y otras tantas correr de miedo. Pero ahí estás, en el aire se respira un aroma que te parece familiar.
Lo primero que haces es buscar un sitio cómodo, donde puedas extenderte a tus anchas dejando oportunidad a los demás, pero sin que invadan lo que es tuyo, analizas que el ambiente sea el óptimo para llevar a cabo tu trabajo. Lo encuentras y comienzas a prepararte.
Primero, y antes que nada, revisas que traigas todos y cada uno de los objetos necesarios; estos se convierten de un momento a otro en una extensión de tu persona, parecen tener vida propia pero al final te das cuenta de que la única fuerza capaz de manipularlos eres tú. Mientras te vas instalando comienzas a pensar en todo lo que vas a necesitar: si trajiste mucho de esto, si eso puede que no te alcance o que tal vez debas de cambiar aquello con otra persona. Ya con todo instalado, te dispones a comenzar.
Tienes la opción de seguir conforme a las reglas: cual receta, estricto, en el cual el exceso o falta de algo puede alterar al resultado final. O puedes aprovechar y darte la oportunidad de buscar maneras diferentes de hacer las cosas, de aportar tu pasión, donde si bien el límite es físico, en mente y espíritu no existen. Ahí es cuando descubres lo mejor de ti mismo y que las barreras las pones tú.
Como todo experimento, los errores y las fallas van a estar ahí, no tenemos de qué preocuparnos si contamos con las herramientas, el conocimiento y las ganas de corregirlos y seguir adelante. Que los pequeños tropiezos no los alejen de lo que estamos consiguiendo, que para eso estamos ahí.
El tiempo y la dedicación van moldeando el resultado final, para evaluarlo de acuerdo a nuestros criterios y mostrarnos satisfechos o no de lo conseguido. Es en esta parte cuando consideramos todo lo que está a nuestro alrededor, para que el resultado, ese gran experimento cumpla su cometido.
No hay que olvidar que así como uno, hay mucha más gente tratando de conseguir los mismos resultados, quizá de manera diferente o de una manera tan similar a la nuestra que pareciera una copia; sin embargo, debemos de recordar el respeto y el amor a uno mismo.
Al terminar vemos como poco a poco todo toma su forma original, esa estabilidad que vinimos a alterar nos está pidiendo regresar, mientras la mente se va llenando de recuerdos y aprendizaje. Es así pues que aceptamos cuándo se debe terminar, y dejamos a otros que puedan alcanzar lo que nosotros hicimos. O tal vez no.
Me despido deseándoles un buen y caluroso día.
Saludos...
Leonardo.
2 comentarios:
me acorde de un texto en la biblia.. donde te dice que todo lo nuevo en realidad no es nuevo... es pesimista el texto de la biblia el tuyo no... sin embargo me recordó una una asociacion libre... serán las palabras que traen ecos lejanos...
No pues no, lo leo y lo leo y no entiendo lo que leo.
Tal vez porque no conozca lo que es Leo.
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