Es un hecho que los tiempos están cambiando, sin duda alguna. Las cosas no son como lo eran cuando eramos niños: desde la forma de comer, de peinarse, de pensar. En fin, para mucha gente de mi edad que hemos vivido todos estos cambios es interesante a veces hacer una retrospectiva para ver qué ha pasado y qué hemos hecho.
Con el paso del tiempo he notado la forma en que se llena la ciudad con tantos y variados volantes: ya sea para anunciar el concierto de Bengala, la promoción de 2 x1 de una óptica de Motolinia o la renta de un departamento en Avenida Aztecas. Total, la cantidad de volantes que se reparten a diario es simplemente desorbitante; por una parte, genera fuentes de empleo para la gente que de verdad está todo el día rascándose el ombligo, pero por otro lado genera muchisima basura que trae como consecuencia contaminación y coladeras tapadas que en estas épocas de lluvia sólo traen problemas ¬¬
Eso sin contar que de 10 personas a la que le ofrecen un volante, 7 lo rechazan y los otros 3 seguramente lo van a tirar dos pasos adelante. He ahí que se me ocurrió esta idea: me decidí a comenzar a recolectar todos los volantes que me ofrecieran en una semana para primero pesarlo y luego llevarlo a vender a algún lado.
Igual y muchos piensan que es una pérdida de tiempo pero al menos me servirá para darme una idea del papel que se puede salvar ya sea reciclándolo o reusándolo. Así que te invito a que hagas la prueba: por una semana acepta los volantes que te den en la calle (nada más no vayas por ahí pidiendo a diestra y siniestra, tiene que ser en tus rutas cotidianas) y si te es posible, pésalo. Puede que te lleves una gran sorpresa.
Saludos...
Leonardo.
P.D.: A punto de cumplir 23 añotes, qué miedo...
1 comentario:
jja Yo guardo los volantes que me dan, incluso los de las sexshops y una vez mi madre me reclamo jja
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